Autodefensa, autodisciplina, confianza y respeto por uno mismo, son los valores que inculcan las artes marciales tradicionales. Desde el momento en que comienzas a practicar Aikido, verás beneficios adicionales que se van incorporando a tu carácter y a tu vida, a partir de una práctica asidua y de la introspección constante:
- Atención consciente o atención plena (mindfulness): mediante la práctica de Aikido tomamos consciencia de las distintas facetas de nuestra experiencia en el momento presente. Se aprende a ser conscientes de cómo nos movemos, cómo nos sentimos (tanto física como emocionalmente) y cómo respondemos o reaccionamos ante cada momento de la vida. Esta cualidad de consciencia es la base de una vida creativa, ya que nos permite ser honestos, pragmáticos, despiertos, valientes y vivir con un sentido profundo de iniciativa.
- Biológicos: A través de su gimnasia especial y método de respiración se logra el mejoramiento del sistema cardio-pulmonar, neuro-muscular y metabólico.
- Físicos: Mediante el incremento y el mejoramiento de las aptitudes y capacidades de coordinación motriz.
- Técnicos: Los cuales se desarrollan a través del entrenamiento, buscando que los movimientos se automaticen y se hagan inconscientes.
- Psicológicos: Se genera una mayor confianza en sí mismo y en el potencial individual, creando habilidad para superar los obstáculos y miedos mentales. Se busca desarrollar una mayor voluntad, autodominio y un conocimiento de las fortalezas y debilidades propias. En el Aikido linaje tradicional no existen competencias. Se considera que el individuo compite consigo mismo, a través de una positiva de permanente mejora.
- Filosóficos: Porque el Aikido está fuertemente influenciado e inspirado en el sintoísmo (del japonés Shinto (神道, shintō) y la filosofía Zen (禅)[1]. Se basa en la idea de la armonía, la unidad y la acción conjunta cuerpo-mente-espíritu, mediante la respiración y la concentración que llevan a que cada persona encuentre su propio camino de entendimiento.
- Sociales: Porque brinda nuevas perspectivas para las relaciones interpersonales distintas a la violencia, dirigidas hacia la comprensión y el respeto del otro, del entorno, de la naturaleza, y del universo. Los alumnos practican juntos para desarrollar sus habilidades como individuos.
La formación del carácter no significa cambiar el carácter de la gente, sino mejorarlo. Como muy bien decían los filósofos de la escuela estoica, el carácter es como una estatua; cada uno tiene la suya y no la puede cambiar por la del vecino. Lo que sí puede hacer es limpiarla, pulirla, perfeccionarla hasta convertirla en una bella estatua. Practicas Aikido para observarte, conocerte y conscientemente, hacer de ti tu mejor versión.
[1] La historia religiosa del Japón involucra un largo proceso de influencias recíprocas entre ambas tradiciones religiosas.